CENSURA Y LIBERTAD DE PRENSA EN COLOMBIA



Por: Alfredo Torres Javela


Informar y hablar con argumentos en nuestro país es toda una odisea de aventuras, terror y muerte. Según la Fundación Para la Libertad de Prensa (FLIP), en Colombia desde 1977 hasta 2017 ha habido un total de 153 periodistas asesinados; nueve de ellos han perdido la vida en los últimos siete años; 78 casos han prescrito; solo en cuatro casos se ha condenado al autor intelectual.

Por lo anterior y por simple lógica matemática, y aunque en nuestro país se aparente un buen apoyo a libertad de expresión y a la democracia; los asesinatos ubican a Colombia en la vergonzosa posición número once de los países más mortales para ejercer el periodismo, afirma el Comité Para la Protección de Periodistas (CPJ).

Este 2017 el Programa de Protección a Periodistas cumple 17 años y los balances generales siguen siendo negativos; los esquemas de seguridad demoran mucho en ser implementados, y la reacción de la autoridades ante riesgos inminentes sigue siendo lenta. Ante estas faltas de garantías vale la pena preguntarnos: ¿Qué sucede? ¿Por qué las instituciones del Estado se quedan cortas en brindar seguridad a nuestros periodistas?

Según el informe de la FLIP: Silenciooff, ¿las regiones tomaran la palabra?, en el año 2016 se registraron 216 ataques contra la prensa que dejaron 262 periodistas víctimas. Entre las formas de ataque que más se generaron, aparece la amenaza con 108 casos; las agresiones con 44 casos y la obstrucción al trabajo periodístico con 44 casos. También se presentaron cuatro secuestros, tres más que en 2015.

En este año ya se cuentan 115 violaciones y 140 periodistas víctimas; y los gobernantes y todo aquel que ostenta el poder padece de cinismo. La demagogia y las bonitas palabras aparecen en discursos cada vez que un periodista es asesinado, pero a los pocos meses de su muerte ya es olvidado.

Por otra parte: Desconocidos con 70 casos, particulares con 41, funcionarios públicos con 37, fuerza pública con 25, Bacrim y paramilitares con 14, guerrillas con 13, políticos con 5 y delincuencia común con 2; son los agresores que a diario devoran con ataques y censura a nuestros comunicadores, como devoran los leones a su presa favorita y más apetecida. 

Los estados y naciones diseñan en papel lindos acuerdos de integridad a la sociedad y de respeto a la vida, y lo único que se recibe como respuesta ante la desazón y la duda, es la coerción violenta de las elites y los corruptos que desangra y exprime sentimientos ansiosos de libertad y de cambios de sociedad. 

El Centro Nacional de Memoria e Historia (CNMH), en su informe La Palabra y el Silencio: asegura que la corrupción política es uno de los principales perpetradores de asesinatos a periodistas con 30 casos, seguido por el narcotráfico con 27, los grupos guerrilleros con 23, los Paramilitares con 22 y los desconocidos con 37. El 50% de los crímenes han prescrito.

El ser autentico acaba, y más en una sociedad como la nuestra; donde el que piensa distinto es discriminado, aislado o apartado. Si tan solo por un momento nos imagináramos mundos donde se tolere al que piense diferente, quizá Colombia no sería el lugar donde la impunidad en casos de asesinatos a periodistas se encuentra en un 98%; Simplemente porque no existirían ni periodistas, ni personas asesinadas, ni madres dolidas, ni familiares destrozados, ni corazones tristes, ni familias muertas en vida: como la familia de Flor Alba Nuñes, periodista asesinada en Pitalito – Huila en el año 2015, que sigue todavía en espera de justicia.

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