TODA UNA VIDA DE ARTESANÍA

Cecilia Vargas Exhibiendo su Chiva Artesanal.  Foto: Mauricio Suaza Ortiz

Cecilia Vargas Muñoz es una artesana de 55 años de edad, radicada actualmente en el municipio de Pitalito Huila. Sus creaciones o artesanías han sido reconocidas a nivel nacional e internacional gracias a su ingenio y creatividad con la arcilla. Cecilia creó las famosas chivas en barro que hoy en día son patrimonio nacional e icono de la cultura ancestral colombiana.

Nacida el cuatro de marzo de 1962 en el municipio de Garzón Huila y criada en Pitalito desde sus siete años, Cecilia siempre se interesó por la artesanía echa en barro, pues desde muy niña su madre Aura Muñoz de Vargas inculco en ella estos anhelos, además de infundir pasión y amor por el arte y la cultura.  Sus primeros pasos educativos los realizó en una pequeña escuela de Garzón Huila  llamada: “El kínder de Jesús”, allí aprendió a leer, escribir y termino sus estudios como bachiller en el Colegio La Presentación de Pitalito; ya en aquel entonces hacia sus primeras obras en cerámica y justo allí nació la frase que utiliza mucho: “Yo nací del barro y el barro es mi material de expresión”.

Aparte de artesana, abuela y madre de dos hijos. Cecilia Vargas también cumple la función de ecologista para el municipio de Pitalito, aunque empíricamente: es fundadora de organizaciones para el cuidado del medio ambiente y de entidades como Reverdecer Laboyano y Asociación de Grupos Ecológicos y Cabildos Verdes. Aparte de ser fundadora de estas representativas organizaciones, también ha creado, cultivado y cuidado con sus propias manos, bosques nativos, uno de ellos se encuentra frente al Coliseo de Espectáculos del municipio de Pitalito, al que nombró como “La Embarrada” y en donde tiene más de 90 especies nativas de la región. Otro de estos bosques está ubicado en las inmediaciones del batallón y se llama: “Gel Verde Contador”. Sin duda alguna “los arboles la inspiran, además de brindarle calma”.

Todo el reconocimiento que se le ha otorgado a Cecilia Vargas Muños es gracias a la más significativa obra que ha creado esta artesana, se trata de la Chiva Artesanal echa en barro. Esta chiva refleja lo que es el pueblo colombiano y cada una de las figuras y detalles que Cecilia plasma en ella hacen alusión a la cultura de alguna región, al campesino, a nuestras costumbres, a lo típico de alguna sociedad. 

Todas las chivas de Cecilia Vargas tienen un nombre o tema diferente, algunas de estas son: “La Chiva de la Paz”; “La Chiva Líneas de Guaitipan” en honor a la Cacica Gaitana, Los Panches, Pijaos y Natagaimas; “El Expreso del Café” en alusión a las zonas cafeteras y “El Expreso Macondo”, en alusión a la obra de Gabriel García Márquez: Cien Años de Soledad. Cada una de estas expresiones de arte y de inspiración Cecilia tuvo que estudiarlas tanto desde el punto vista antropológico como desde el costumbrismo: (tendencia artística y literaria que elige las costumbres típicas de un lugar o de un grupo social como tema principal de una obra de creación).

Sentir la presencia de Cecilia Vargas es algo enriquecedor; sobre todo por la manera que tiene de ver la vida y de plasmarla a través de sus obras. No cree en inspiraciones: “el secreto está en la lectura y la práctica del estudio”. Ella logra ver la belleza de las cosas puras y sencillas, para después convertirlas con sus manos fuertes y hábiles en objetos de arte. Su serie “Bahareques” es el resultado de un apasionado y largo trabajo. Intrigada por la cultura precolombina, Cecilia ha dedicado años a la investigación de inmensos y extraños jeroglíficos denominados “Petroglifos” que se hallan en el sur de Colombia, más exactamente en San Agustín. Ella, con la ayuda de arcillas y pigmentos tradicionales, admiró, estudió y extrajo sobre el papel, magníficos impresos en los cuales se ha inspirado para su última creación.

Interesada en el ser humano, el entorno y su pasado; como dice ella. Esta artista ha desarrollado a través de sus “Bahareques” (mezcla de barro, guadua, paja y algunos pigmentos naturales), una impresionante visión del mundo; en donde con sencillez exhibe lo mágico del arte precolombino. Sin duda alguna una gran expresión de lo nuestro, de lo propio, de lo que hemos perdido y de alguna manera debemos volver a recuperar.

Entre los muchos premios que ha ganado Cecilia Vargas se distingue el Premio Colombiano Ejemplar, categoría cultura – persona, ganado en el 2011. Además, sus obras están en colecciones particulares en países de Europa. Actualmente representa a Colombia con su colega Rosa Jerez, en la colección más grande que hay de arte en Latinoamérica, la cual organiza el Banco Nacional de México, en ese país. También ha sido reconocida en distintos artículos de arte en casi todo el mundo. Pero sin duda alguna como ella lo dice: “el mejor reconocimiento es el cariño de la gente”.

Cecilia tiene como proyecto construir un centro de investigación donde se analice toda la cultura del sur del país, y a través de ello plasmar toda esa cantidad de polisemia con la arcilla. Esto con el único objetivo de conocer lo nuestro y apropiarnos de ello, de tener criterio y saber en dónde estamos y para dónde vamos. Lastimosamente este proyecto no se ha realizado, debido a cuestiones económicas y de lucro.

Sin lugar a dudas Cecilia es un ejemplo a seguir, logra hacer de lo poco lo mucho, ve en lo vano la grandeza del ser, y hace del día a día toda una fantasía sumergible entre lo excéntrico y lo sencillo, entre lo disperso y lo llamativo. Es un ser que refleja carisma, que se esfuerza y quiere que ese esfuerzo se vea reflejado en lo que hace, en lo que siente y en lo que inspira. Su legado es fuente de sabiduría, de conocimiento; ese conocimiento que se ha perdido, que hemos descuidado y no fortalecemos, sumergiéndonos en la ignorancia, en lo superficial que emiten las elites, la globalización y todo aquello que degenera los pueblos y las culturas.

La cuestión radica en querer lo nuestro, lo propio, lo innato, lo que nadie ve, y a través de ello construir futuros e ideales plagados de felicidad y armonía. Armonía extinguida y que hace falta recuperar con testimonios y vidas como la de Cecilia Vargas muñoz. Un arrabal de carisma es lo que emana, donde lo fastuoso para ella carece de sentido, no desdeña lo mínimo y hace de ello lo admirable, para así demostrarle a sus congéneres: que lo esencial es invisible a los ojos y que todo radica en el amor hacia el prójimo, hacia la vida y hacia la cultura.


ALFREDO TORRES JAVELA   

Comentarios

Entradas populares de este blog